MEDICINA FORENSE | SEXOLOGÍA Y OBSTETRICIA FORENSE

Una de las ramas de reciente creación dentro de la Medicina en general y la Forense en particular, lo es la Sexología, circunscrita dentro del marco de análisis detallado y propositivo de la sexualidad humana, tanto en condiciones de normalidad como con rasgos patológicos, teniendo el objeto de conocer y reconocer los patrones conductuales sexuales que presenta la población y que ha venido estudiándose desde mediados del siglo pasado a través de estudios de gran alcance, tales como los realizados por los investigadores Howell Masters y Virginia Jonson, en su trabajo sobre la “Respuesta sexual humana”. La importancia de la sexología hoy en día cobra mayor fuerza atendiendo a las características de libertad y diversidad en materia sexual que se encuentran en la actualidad y que, en muchas ocasiones pueden derivar en conductas delictivas de índole sexual, que necesariamente han de ser analizadas con particular cuidado y detalle no sólo a partir del aspecto jurídico, sino desde luego desde la visión de la Sexología Forense. Otro rubro de importancia en este apartado lo constituye la Obstetricia Forense, la cual se encarga del estudio de la etapa gestante de la mujer, desde la fecundación hasta el nacimiento del producto. En este sentido y tomando en consideración, por ejemplo las recientes propuestas legislativas en materia de Aborto punible – como es el caso de la definición de aborto a partir de la décima segunda semana de gestación en el Código Penal del Distrito Federal, por reformas de 2007-, resulta no sólo un tópico de vigencia actual, sino una necesidad de conocimientos necesarios para afrontar ésta problemática, el dominio de las generalidades de la Obstetricia Forense.



Sexualidad
Es incuestionable el hecho de que la sexualidad es una de las funciones y necesidades inherentes a los seres vivos y ha sido estudiada desde tiempos remotos por diversas áreas del conocimiento humano. En este sentido, tanto el Derecho como la Medicina han realizado profundas investigaciones relacionadas con la actividad sexual del individuo. Particularmente dentro de la Medicina e inclusive de la Psicología, se ha buscado no sólo conocer las generalidades de la sexualidad normal y patológica, sino también adentrarse en el análisis de determinados estados y condiciones que resultan de interés y que han dado origen a la Sexología, que es la disciplina encargada de estudiar la sexualidad humana. En el ámbito de la medicina forense el estudio de la sexualidad representa una importante herramienta para poder establecer criterios científicos que ayuden al reconocimiento y esclarecimiento de diversos delitos de carácter sexual, tales como los delitos en contra de la libertad, seguridad y normal desarrollo psicosexual. Es así que resulta conveniente contar con las nociones básicas de sexualidad humana, vistas desde el punto de vista de la sexología para, en primer término, poder distinguir con mayor claridad los aspectos relacionados con los delitos sexuales, pero a su vez, y tomando en consideración las diversas modalidades de sexualidad que, si bien no son nuevas, están teniendo un tratamiento jurídico diverso en los últimos tiempos (sociedades de convivencia, transgénero, practicas swinger, por sólo mencionar algunas), y que a través de los lineamientos de la sexología, es factible una mejor comprensión, ya no sólo de la conducta, sino del fenómeno sexual.

Concepto de Sexualidad humana
Entendida la salud integral en términos de la Organización Mundial de la Salud como el estado de equilibrio biopsicosocial, cabe considerar a la sexualidad humana, como elemento intrínseco a la personalidad y de la salud del ser humano y también caracterizada con aspectos biológicos, psicológicos y sociales. La sexualidad humana es pues una dimensión de la personalidad y no únicamente una aptitud o actitud individual de respuesta erótica o lúbrico libidinosa ante estímulos de carácter sexual. En este orden de ideas es que se encontraran tantos intentos de definir la sexualidad humana, como corrientes o ramas del conocimiento existan relacionadas con la misma. No obstante en un criterio unificador que intente incluir a la mayoría de los elementos de la sexualidad, pudiese proponerse a manera de conceptualización de la sexualidad humana, al conjunto de características tanto biológicas, como psicológicas y sociales que contemplan la división de los individuos, por principio en hembras y machos, para luego concebirlos como mujeres y hombres o género femenino y masculino y, en ese sentido analizar las principales características y diferencias de cada género.
No obstante lo anterior que pudiere parecer una simple concepción biológica, cabe destacar que la diferencia señalada, desde luego que abarcará las áreas del sexo biológico, del sexo genético, del sexo gonadal, del reproductor y del genital, pero también ha de distinguir de manera precisa el área del sexo psicosocial que incluiría aspectos tales como el sexo de asignación, el sexo de identidad el rol de género, los cuáles en su conjunto son plenamente estudiados por la sexología humana, la psicología, la medicina forense y dentro de ésta, la sexología forense.
La sexología o estudio de la sexualidad humana ha sido estudiada por diversos pensadores a lo largo del tiempo y según el área de conocimiento en la cual destacaban y destacan. Así se tienen por ejemplo, las teorías psicosexuales de desarrollo de la personalidad de Freud propuestas a principios del siglo pasado y que aún en nuestros  días siguen teniendo vigencia. También cabe señalar los estudios de Kinsey y colaboradores, quienes a principios de los años cuarentas del siglo pasado, realizaron la primera encuesta sobre las prácticas sexuales, investigación sociológica que brinda importantes aportes referentes a las conductas sexuales. A su vez, y siendo quizás el grupo de investigadores de mayor reconocimiento en el campo de la sexología, se encuentran a Masters y Jonson, quienes tras observar un enorme número de actividades sexuales en hombres y mujeres a finales de los años cincuentas del siglo pasado, pueden ofrecer el conocimiento con suma veracidad y objetividad de los procesos tanto fisiológicos como psicológicos de la respuesta sexual humana, con lo cual abrieron un camino en ésta área del conocimiento que sigue día con día desarrollándose conjuntamente con el ser humano.
Actualmente se llevan a cabo cada vez más y en mayor diversidad, estudios acerca de la sexualidad humana, con lo cual la sexología se va enriqueciendo mediante las aportaciones de diversas disciplinas biomédicas tales como la endocrinología, genética, embriología, y de disciplinas sociales que incluyen a la psicología, antropología, sociología, filosofía, pedagogía y, desde luego, al Derecho. Lo antes expuesto demuestra con creces la enorme importancia que las diversas áreas del conocimiento dan al estudio de la sexualidad humana, no sólo para conocerla, sino para aportar nuevos esquemas de abordaje de las distintas facetas y características tan diversas que pueden encontrarse en la sexualidad humana.

Anatomía fisiológica sexual masculina y femenina.
En el presente apartado se hará un breve señalamiento de las principales características morfológicas y de funcionamiento de los aparatos reproductores masculino y femenino, a efecto de que tengas una visión general de las bases anatomofisiológicas  reproductivas, destacando que para efectos de un análisis más detallado.

ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA MASCULINA
El aparato reproductor masculino posee tanto órganos internos como externos o genitales, a su vez los órganos internos suelen dividirse anatómica y funcionalmente en órganos internos pares y nones. Los órganos masculinos internos pares incluyen principalmente a los testículos que son los encargados de la producción de los espermatozoides y la principal hormona masculina que es la testosterona, también incluyen a los epidídimos, ubicados por encima de los testículos y que son las estructuras en el que se almacenan y llegan a la maduración los espermatozoides, existen también conductos deferentes a través de los cuáles transitan los espermatozoides hasta llegar a las vesículas seminales para adquirir motilidad y pasar por último a los conductos eyaculadores por donde pasan los espermatozoides junto con diversas secreciones que forman en su conjunto la eyaculación.
Como órganos masculinos internos nones se encuentran la próstata, que es una glándula que regula la orina y la eyaculación para que no salgan al mismo tiempo, también se encuentra la glándula de Cowper, encargada de limpiar en la uretra residuos de orina para que los espermatozoides puedan pasar libremente y, por último, la uretra, que es el canal de paso tanto de la orina como de la eyaculación.
A su vez los órganos externos masculinos o genitales son el pene, que está formado por el cuerpo cubierto de una piel denominada prepucio, el glande o cabeza que tiene en el centro el orificio de salida de la uretra, la parte interna del pene se compone de dos tipos de tejidos denominados cuerpos esponjoso y cavernoso, mismos que durante la respuesta sexual y por efecto de la vaso congestión, se llenan de sangre para proporcionar al pene la erección necesaria para la actividad sexual. La otra parte de los genitales masculinos es el escroto, también conocida como bolsa escrotal, por ser precisamente una bolsa de delgada piel que tiene como función guardar y proteger a los testículos de los cambios de temperatura, distendiéndose para alejarlos del pubis si hace calor o contrayéndose para acercarlos al cuerpo si hace frío o también ante emociones como la ira y el miedo y durante la respuesta sexual.
La función principal del pene consiste en ser un órgano excretor tanto de la orina como de la eyaculación, la cual coincide con el orgasmo y, por ello, el pene tiene la doble función reproductiva y placentera.

ANATOMIA Y FISIOLOGÍA FEMENINA
Los órganos sexuales femeninos también se dividen en órganos internos y externos.
Los internos o reproductores, incluyen dos ovarios en los que se producen óvulos y hormonas femeninas como la progesterona; dos tubas o trompas uterinas, conocidas también como trompas de Falopio, que son la vía de tránsito tanto para los óvulos como para los espermatozoides; un útero o matriz que es en donde se alberga el producto de la concepción. También está la parte superior de la vagina, en donde se inserta el cuello uterino y el espacio conocido como canal de parto, por donde también sale la menstruación y es el órgano receptor peniano durante la cópula.
Loa órganos externos femeninos o genitales incluyen a simple vista el monte de Venus y los labios mayores, los que tras la pubertad se cubren con vello, al separarse los labios mayores, se encuentran los labios menores, que son dos repliegues de delgada piel muy sensibles que se unen en la parte superior formando un capuchón, debajo del cuál se encuentra el clítoris, que constituye un órgano de extrema sensibilidad y al que usualmente se asocia su estimulación con el orgasmo. Por debajo del clítoris se ubica el meato urinario que es un pequeño orificio de salida de la orina proveniente de la vejiga y debajo de el meato, se encuentra otro orificio de mayor tamaño que constituye la entrada a la vagina propiamente dicha, llamándose al conjunto de estos órganos vulva.
Cabe hacer mención que una parte importante en la anatomía sexual femenina lo es el himen, el cual es de particular interés en sexología forense. El himen es una membrana de piel que cierra parcialmente el orificio de entrada a la vagina, siendo su estructura diferente en cada mujer, al variar de grosor o delgadez, pudiendo ser rígido o elástico y que generalmente tiene un orificio de diversas formas y diferente en cada mujer, lo cual ha permitido una clasificación de los diversos hímenes. Cabe hacer mención que también en ocasiones el himen no presenta orificio alguno, por lo cual se llega a requerir su apertura quirúrgica para permitir la salida de la menstruación, la introducción del pene o la salida del producto de la gestación.
La clasificación más frecuente y conocida de los hímenes incluye al Circular redondo y con borde libre nítido, Anular con orificio central, el Seminular con orificio en forma de media luna cavidad dirigida hacia arriba y borde libre liso (el más frecuente), Labiado con orificio alargado, Franjeado circular con escotaduras naturales, Tabicado con dos orificios y un “tabique” en el medio, Cribiforme con varios orificios, Cloroliiforme o fimbriado con un orificio que presenta apariencia de desgarres e Imperforado sin ningún orificio.
También por la elasticidad de la membrana himenal se identifica al himen dilatado o dilatable, normalmente identificados como hímenes “complacientes”.
Fisiológicamente de los órganos que integran la vulva, el himen no cumple con ninguna función y solamente se le ha atribuido por cuestiones culturales la representación de “la virginidad” femenina o cierto indicador de ausencia de cópula. No obstante, es factible que aún sin cópula, el himen pueda desgarrarse a través de actividades tales como los ejercicios o la masturbación o, inclusive los Coloriformes tener apariencia desgarrada sin que necesariamente indique la práctica copulatoria.

 Instinto sexual.
El instinto sexual es una respuesta sexual compleja caracterizada por una serie de cambios fisiológicos que se presentan en el organismo cuando el sujeto se encuentra bajo influencia de ciertos estímulos erógenos o estímulos sexuales (físicos o psicológicos) que tienden a provocar respuestas o modificaciones específicas que potencialmente pueden llevar al orgasmo al individuo, recordando que la respuesta sexual humana tiene funciones tanto reproductivas como placenteras.
Respecto de los estímulos sexuales, pueden considerarse efectivos cuando llegan a producir la lubricación de la vagina, así como la erección del pene y preparan a los sujetos para la actividad sexual. Conviene destacar que los “instintos” suelen identificarse en general como patrones conductuales y de reacción normales ante determinadas circunstancias y, específicamente, los instintos de naturaleza sexual, serán pues aquellos referidos a la actividad sexual frente a determinados estímulos sexuales.
Los estímulos sexuales pueden ser reflexogénicos, cuando se produce la respuesta sexual integrando un arco reflejo, activando las terminaciones nerviosas del área genital así como de las zonas circunvecinas, siendo por lo general de tipo táctil. Otro tipo de estímulos sexuales son los filogenéticos, que derivan en la respuesta sexual tras la percepción sensorial a través del olfato, la vista, el oído, el gusto y el tacto en zonas no genitales.
Asimismo, los instintos sexuales y sus estímulos son producto de respuestas a preferencias personales y subjetivas, derivadas usualmente de los antecedentes vivenciales de cada sujeto, logrando mediante un complejo sistema de reflejos nerviosos superiores, provocar o generar cambios internos y externos en el organismo completo.
En el desarrollo de la respuesta sexual el organismo presenta dos etapas principales o reacciones fisiológicas básicas. Primero aparece la vasocongestión, que se deriva del aumento del volumen sanguíneo que irriga a los genitales y diversas partes del cuerpo, lo cual ocasiona un aumento en el tamaño y la coloración de los tejidos. Posteriormente surge una reacción de miotonía o aumento en la tensión muscular en todo el organismo derivada de la estimulación sexual. Tanto la miotonía como la vasocongestión tienden a aumentar gradualmente y a medida que se incrementa la respuesta sexual hasta alcanzar su máxima intensidad en el orgasmo y después del mismo, se relajan los músculos y los vasos sanguíneos se vacían, reestableciéndose el estado previo a antes de enfrentar el estímulo sexual.

Deseo sexual y las perversiones sexuales.
Existen diferentes explicaciones del deseo sexual, no obstante, una de las más reconocidas en la literatura especializada, es la derivada de las investigaciones de Master y Jonson, quienes distinguieron cuatro etapas de cambios en el organismo en la respuesta sexual, a saber, fase de excitación, fase de meseta, de orgasmo y de resolución. El ciclo inicia tomando como punto de partida el estado de reposo o estado basal del organismo y su respectiva respuesta ante la presencia efectiva de un estímulo sexual. En la fase de Excitación, se empiezan a generar y presentar en el organismo e ir aumentando la vasocongestión y la miotonía, llegando a un elevado nivel y manteniéndose en ese nivel durante la fase de Meseta durante la cual se desarrolla gran parte de la actividad o respuesta sexual, incrementando su intensidad hasta alcanzar el grado máximo de excitación durante el orgasmo, en el que suele producirse la eyaculación, tanto masculina como femenina –ésta última poco frecuente- y, posterior al orgasmo la respuesta sexual disminuye y decrece durante la fase de Resolución, hasta volver el estado del organismo al estado basal o de reposo. Ahora bien, únicamente en el hombre e inmediatamente después del orgasmo, ya durante la fase de resolución, se presenta otra fase conocida como período Refractario, en el cual no existe ningún tipo de respuesta a estímulos sexuales, llegando inclusive a resultar desagradables los estímulos táctiles en el pene. Tras las investigaciones de Masters y Jonson y basándose en ellas la investigadora Kaplan, propuso un ciclo de tres etapas que incluye las fases de Deseo, Excitación y Orgasmo, excluyendo las fases de meseta y resolución e incluyendo al Deseo, el cual consiste en la predisposición indispensable para responder al estímulo sexual efectivo. Destacando que ambos modelos son complementarios y de utilidad en sexología. Las llamadas perversiones sexuales, se refieren a patrones de conducta sexual o relacionada con la sexualidad y que se caracterizan por una cierta desviación estadística respecto de la curva de normalidad, y por ello, también suele identificárseles como desviaciones sexuales. Es importante el estudio de las desviaciones sexuales dentro de la sexología forense, toda vez que suelen originar en un número considerable de ocasiones, diversos delitos o inclusive la muerte, con características muy peculiares y de interpretación difícil, al grado de que el médico que carezca de conocimientos y experiencia en estos casos, pueden proporcionar una interpretación errónea de los hechos, ya que en algunos casos la muerte puede ser natural, en ocasiones accidental o inclusive homicida.
Por lo anterior, el reconocimiento médico legal de las anomalías psicosexuales debe ser analizado conjuntamente con un equipo multidisciplinario que permita robustecer las hipótesis planteadas. En todo caso ha de tenerse presente que solamente en situaciones extremas en las cuales se afectan la libertad, la seguridad o el normal desarrollo psicosexual de las personas, tendrán trascendencia médico legal y, desde luego, jurídica las desviaciones sexuales, pero si las mismas se refieren a conductas consensuales entre los participantes de las mismas, sólo tendrá interés cultural las mismas. A efecto de ejemplificar algunas de las principales desviaciones sexuales o parafilias, se mencionan de manera enunciativa a continuación, refiriendo al lector al glosario para la revisión de cada una:
a.Adulterio.
b. Celibato.
c. Coito anal.
d. Coito oral.
e. Cunniligus.
f. Exhibicionismo.
g. Felatio.
h. Fetichismo.
i. Gerontofilia.
j. Homosexualidad.
k. Incesto.
l. Masoquismo.
m.  Masturbación.
n. Necrofilia.
o. Pedofilia.
p. Prostitución.
q. Sadismo.
r. Travestismo.
s.Zoofilia.

Determinación medico  – legal con respecto a los delitos sexuales.
Con la denominación de delitos sexuales, se entienden aquellas conductas ilícitas relacionadas con la actividad sexual, o de manera más específica, las que atentan contra la libertad, la seguridad y el normal desarrollo psicosexual. No se analizarán los tipos penales ni conductas típicas de éstos delitos, atendiendo a que son materia de estudios diversos, sino se revisarán las generalidades médico legales necesarias para el análisis de estos ilícitos, así como para contar con herramientas técnicas que faciliten la procuración y administración de justicia penal, ante la comisión de delitos sexuales, en los que resulta indispensable el apoyo de estudios médico legales para establecer la existencia y modalidades de cada uno de los llamados delitos sexuales. Generalmente se incluyen en la legislación penal dentro de los delitos de carácter sexuales a la violación, el estupro, el hostigamiento sexual y el abuso sexual, y aunque diversas Leyes penales contemplan otros más, basta conocer las principales estrategias, procedimientos y técnicas de intervención médico legales en estos cuatro delitos, por ser los de mayor interés en sexología forense. Para la comprobación del cuerpo del delito en éstos ilícitos tiene un papel preponderante la función del médico legista, toda vez que es él quién determinará sí el sujeto pasivo, en primer término cuenta con una edad determinada, si ha tenido actividad sexual reciente o remota, si cuenta con evidencias que demuestren lesiones sexuales y si derivado de la actividad sexual tiene consecuencias tales como enfermedades o embarazo.
Cabe señalar que en la mayoría de las legislaciones penales, respecto de los delitos sexuales se señalan diversas características tanto en el sujeto pasivo como en el activo, dentro de las que destacan la edad de la víctima, que puede ser púber, impúber o mayor de edad y al establecerse la edad, se tendrán elementos para incluir al sujeto pasivo en determinado tipo penal. Así mismo, el sexo del sujeto pasivo y aún del activo puede ser indistinto y, en cualquier caso, la presencia de cualquier tipo de traumatismo o lesión, ya sean de datas recientes o lejanas, debe ser claramente reportada por el médico legista. Destaca la importancia de distinguir la presencia de cópula como dato biológico que indica el objeto material en algunos de los delitos sexuales, tales como el estupro y la violación. La cópula es la penetración del pene en la vagina durante una relación heterosexual, aunque también se considera cópula a la introducción del pene en el ano en una relación tanto heterosexual como homosexual o inclusive por vía oral independientemente del sexo de la víctima. Además del pene, la legislación establece la posibilidad de introducción por vía vaginal o anal de cualquier elemento o instrumento distinto del miembro viril, con violencia física o moral y con independencia del sexo de la víctima. Para el estudio del estupro y de la violación con menores de edad, desde luego que debe determinarse la edad exacta de la víctima desde el punto de vista médico y a partir de la presencia de determinados caracteres sexuales secundarios, reportando a la autoridad el resultado del estudio de la edad de la víctima.
Entratándose del delito de violación, cabe señalar que existen diversas clases de violación, tales como la que realiza mediante amenazas de tal naturaleza que obliga a la persona a la realización de actos que, de no ser por las amenazas no llevaría a cabo; este tipo de violación es el “menos” traumatizante y peligroso, así como el de mayor dificultad de probar por la ausencia de lesiones o huellas de violencia, aunque en todo caso se puede detectar la presencia de actividad sexual reciente y practicar diversos estudios criminalísticos en busca de indicios tales como semen, pelos y demás que robustezcan la hipótesis de la actividad sexual. Asimismo, cuando el violador realiza la cópula aprovechando el estado de indefensión de la víctima por encontrarse ésta inconsciente, también atendiendo a la ausencia de signos de violencia, resulta difícil acreditarla como medio de obtención de la cópula.
No obstante lo anterior, para la realización de la cópula por parte del violador, éste tiene normalmente que vencer la resistencia natural de la víctima, sometiéndola mediante el uso de la fuerza física y aún de golpes, y por ello en la medida en que el sujeto pasivo se oponga, mayor será la violencia empleada y evidenciada a través del examen médico – legista.
Para la realización del examen médico legal de los genitales femeninos, la mujer ha de ser explorada en una mesa ginecológica, acostada en decúbito dorsal, quedando sus nalgas algo por afuera del borde anterior de la mesa, los miembros inferiores flexionados en las  rodillas, con los pies apoyados en los estribos y los muslos separados para exponer el área genital.
La exploración del área genital femenina se orienta a la recolección de pelos, fibras, manchas u otros indicios en la vulva, la descripción de lesiones en la vulva; la descripción de la condición del himen y; la descripción de las lesiones y recolección de indicios en la vagina. Al mismo tiempo debe examinarse la vía anal, toda vez que es muy frecuente en los delitos sexuales, el compromiso del área anal con presencia de desgarros o borramiento de pliegues.
También han de examinarse el área paragenital y extragenital, la primera se refiere al periné, la pared abdominal anterior en su tercio inferior, las nalgas y la cara interna de los muslos, en donde puede evidenciarse la presencia de contusiones, excoriaciones, equimosis, hematomas e incluso heridas contusas. En el área extragenital han de buscarse contusiones en piel cabelluda, hematomas y escoriaciones en rostro, cuello, tórax, sugilaciones y mordeduras en cuello y mamas, hematomas en pared abdominal, muslos, rodillas y piernas, así como signos de compresión toracoabdominal.
Es importante que conjuntamente con el examen médico se realicen recolecciones de fluido vaginal y muestras del recto para ser enviados al laboratorio en búsqueda de la presencia de zoospermos o para cuantificar fosfatasa ácida y tipos sexológicos o bacteriológicos y estar en la posibilidad de corroborar la presencia reciente de marcadores biológicos de actividad sexual reciente con presencia de semen o inclusive la detección oportuna de infecciones como consecuencia al ataque sexual. También se suele realizar un “peinado” en el Monte de Venus para buscar pelos o fibras del atacante. También suele practicarse, particularmente en la investigación del sujeto activo de delitos sexuales, el examen de la zona sexual masculina, es decir el pene y el área extragenital. Así pues, el médico legista debe buscar la presencia de actividad sexual reciente, para lo cual revisará el pene y buscará signos de irritación reciente, presencia de líquido seminal que suele estar presente posterior a actividad sexual y de semen ya sea a través de maniobras de exprimir el miembro o bien mediante técnicas de laboratorio en búsqueda de presencia de fosfatasa ácida que evidenciaría actividad sexual reciente. Suele realizarse también el estudio de posibles lesiones producidas por las maniobras de forcejeo con la víctima, buscándolas en el pecho y la espalda principalmente, aunque pueden buscarse y encontrarse en cualquier parte del cuerpo.

Obstetricia Forense.
Mediante el estudio obstétrico forense, se busca tener los conocimientos necesarios para el reconocimiento de hechos relacionados con la posible comisión de delitos circunscritos con el embarazo, tales como el aborto y el infanticidio. Siendo importante dentro de la obstetricia forense la clarificación de conceptos operativos tales como la fecundación, el embarazo normal y alterado, el parto y el recién nacido, se revisarán a continuación, a efecto de contar con herramientas técnicas que permitan el estudio detallado de los delitos de aborto e infanticidio.

Concepto de obstetricia forense.
La obstetricia es el área de la medicina que se encarga del estudio del embarazo, desde el momento de la fecundación hasta el parto y puerperio – que es la etapa posterior al parto -. Así mismo la obstetricia forense, en el mismo orden de ideas, es la rama de la medicina forense que se aboca al estudio de las principales características relacionadas con la actividad reproductiva humana, especialmente por cuanto hace al embarazo y período de gestación, al igual que al estudio del período inmediato posterior al parto. La obstetricia forense ofrece un panorama general relativo a la etapa del embarazo, desde la fecundación, destacando dentro del período de gestación, las posibles alteraciones que pudieran llevar u ocasionar la interrupción del embarazo, con la consecuente posible comisión del delito de aborto en sus diversas modalidades típicas.
Conjuntamente con el estudio del embarazo y su interrupción, la obstetricia forense también se encarga de estudiar los fenómenos del parto y alumbramiento del recién nacido, con el objeto principal de identificar los elementos orientadores del nacimiento del producto con vida o no y, en ese sentido poder determinar de manera médico legal la posible comisión del delito de infanticidio.

La fecundación.
Reviste en la actualidad particular importancia el conocimiento de la fecundación que origina la gestación o embarazo, particularmente atendiendo a las recientes modificaciones que han experimentado algunas legislaciones penales tales como el Código Penal del Distrito Federal, en donde a partir de la identificación de la fecundación, se considera el aspecto temporal de fijación del embarazo para, en su caso, establecer la posible comisión de delitos como el de aborto. La fecundación se refiere al fenómeno por medio del cual se integran o fusionan los gametos masculino y femenino, que ocurre en la región de la ampolla de la trompa de Falopio en el útero de la mujer y que es el fenómeno con el que da inicio el embarazo. El líquido seminal del hombre eyaculado o depositado en la vagina durante la cópula posee un gran número de espermatozoides con activa movilidad. Algunos espermatozoides emigran desde la porción superior de la vagina por el útero, hasta las trompas de Falopio, en donde el espermatozoide al unirse penetrando el óvulo, realiza la fecundación del mismo que deriva en el inicio de la etapa de gestación o embarazo. Se ha comprobado de manera experimental que, cuando el cuello uterino se extirpa junto con las trompas, se sumerge en un fondo común de espermatozoos con movilidad activa, estos últimos pueden obtenerse del orificio abdominal de las trompas algo más de una hora después de comenzar el contacto. Esta observación indica que el ascenso por el cuello uterino, útero y trompas de Falopio, ocurre aproximadamente una hora después de la cópula y que los espermatozoides llegan al tercio externo de las trompas principalmente debido a su activa movilidad. Se han hecho diversos estudios en torno a la viabilidad del espermatozoide y del óvulo, sin embargo, diversos autores calculan que cabe estimar que el óvulo muere en un término de 24 horas después de haber sido expulsado del ovario, que es en donde se producen los óvulos. A su vez, distintos estudios del líquido seminal obtenido de la vagina, comprueban que los espermatozoides mueren al término de horas después del coito, si permanecen en contacto con los líquidos vaginales, pero también es indiscutible que pueden vivir mucho más tiempo en el útero y en las trompas, ya que de estos sitios se han obtenido espermatozoides incluso después de dos semanas del coito. No obstante lo anterior, de manera general es aceptado que para que el coito produzca fecundación debe ocurrir dentro del término aproximado de uno o dos días de la fecha de ovulación. Una vez ocurrida la fecundación, al producto de la misma se le denomina “huevo” y en él se va efectuando una multiplicación de las células que darán origen, además del producto, a las estructuras afines al embarazo, tales como la placenta, la bolsa y el líquido amniótico, el cordón umbilical.

El embarazo y sus fases.
En términos generales se conoce como embarazo al estado en que se encuentra la mujer desde el momento de la fecundación del óvulo hasta la expulsión del producto de la concepción, es decir, el embarazo es el período comprendido desde la fecundación hasta el parto. También suele llamarse al embarazo etapa de gestación y a la mujer embarazada, gestante. El período de duración de la gestación o embarazo normal es de aproximadamente diez meses lunares (de 28 días cada mes), aproximadamente 40 semanas o 280 días, aunque es siempre un dato aproximativo atendiendo a las características de salud de la mujer y de evolución del período. Existen diversos criterios diagnósticos de embarazo, dentro de los cuales se pueden mencionar el clínico, el citológico, el radiológico, anatomopatológico y bioquímico, principalmente. Destaca dentro de éstos por el valor médico y médico forense, el diagnóstico clínico. El diagnóstico clínico de embarazo comprende una serie de datos o signos que se han dividido en signos presuntivos, signos probables y signos positivos, siendo estos últimos, signos de certeza. Los signos presuntivos de embarazo se refieren a: ausencia de flujo menstrual (amenorrea), náuseas, vómitos, aparición de estrías y la llamada “línea morena” en el abdomen, cambios de pigmentación en la piel de los glúteos, genitales externos, abdomen y mamas, fatiga, poliuria o incremento en la frecuencia al orinar y nicturia. Los signos probables incluyen el signo de Hegar (reblandecimiento del istmo), Signo de Chadwick (coloración azul violácea de la vagina y cérvix), contracciones uterinas (de Braxton Hicks), prueba hormonal (detección de gonadotropinas en orina) y signo de peloteo. Los signos positivos son: auscultación del foco fetal (por estetoscopio de Pinard a partir de la vigésima semana aproximadamente, del soplo  placentario y del ruido funicular (del cordón umbilical), objetivación de estructuras fetales por el método de Doctone (ultrasonido) que se puede realizar antes de las doce semanas de gestación, presencia de movimientos fetales a partir de la vigésima semana y por rayos x a partir de la decimosexta semana. El diagnóstico radiológico a partir de la décimo sexta semana, es de utilidad especialmente para diferenciar un útero grávido de otros con presencia de tumoraciones abdominales y, sobre todo cuando se trate de un feto maduro pero que está muerto (óbito). A su vez el diagnóstico por ultrasonido o ecografía, puede hacerse a partir de la quinta o sexta semana de gestación y también es útil para determinar la edad de la gestación en particular den las primeras 12 semanas.

El parto, nacimiento y alumbramiento.
El parto es el fenómeno por virtud del cual los productos maduros de la fecundación (feto y sus anexos) son expulsados del útero. El parto, consta de tres períodos que son:
Primer período (dilatación) que se inicia con los llamados falsos dolores que son las contracciones uterinas de Braxton Hicks, estas contracciones, que inician en el fondo – o parte alta – del útero, se van a propagar a través del cuerpo del mismo y van a efectuar presión sobre el cérvix, conjuntamente con el amnios o líquido amniótico que envuelve al feto, el cual va ir emergiendo a través del cuello uterino hasta dilatarlo por completo hasta diez centímetros o la dilatación necesaria para la expulsión del feto, momento en que termina este período que dura aproximadamente en primigestas (primerizas) alrededor de doce horas y en multíparas (varios embarazos) aproximadamente siete horas, aunque varía según la capacidad de dilatación uterina.
El segundo período (de expulsión), dura aproximadamente cinco minutos y consta de los movimientos cardinales siguientes:
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Encajamiento, que es cuando el feto introduce la cabeza en el estrecho superior de la pelvis de la madre.

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Descenso, que es constante en el curso de todo el mecanismo.

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Flexión que se da en el momento que la cabeza fetal encuentra una resistencia, se mueve hasta poner en contacto el mentón con el esternón.

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Rotación interna, cuando el occipucio –parte saliente del occipital- llega al suelo pélvico de la madre, gira 45º a la derecha y hacia delante y se coloca por debajo de la sínfisis del pubis.

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Extensión, después de que el occipucio ha salido de la pelvis, la nuca se detiene debajo del arco púbico y actúa a manera de pivote o palanca que da como resultado que salga de la vagina la cabeza del feto.

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Rotación externa, cuando el occipucio gira 45º a la izquierda.

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Expulsión, se da cuando salen completamente las estructuras del producto, comenzando normalmente con un hombro y terminando con los pies, quedando solamente unido el producto a la madre a través del cordón umbilical, el cual después de sujetarse es cortado por quién asiste el parto.

El tercer período (alumbramiento o período placentario) consta de los fenómenos de desprendimiento de la placenta, expulsión de la misma y cesación de la hemorragia del sitio placentario con la consiguiente retracción uterina.
Infanticidio.
De manera general puede ser definido el infanticidio como la muerte del recién nacido o neonato dentro de las primeras horas posteriores al nacimiento. La legislación penal señala diversos criterios temporales, no pasando en ningún caso de 72 horas posteriores al nacimiento, ya que en dicho caso se estaría en presencia de homicidio. El término infanticidio tiene su origen en la palabra infanticidium (in, privativa; fari, hablar; caedere, dar muerte) lo cual significaría “dar muerte al que aún no habla”. En la actualidad es poco usual el término de infanticidio, cambiando en la mayoría de las legislaciones por el de homicidio en razón de parentesco y señalando específicamente el lapso temporal antes indicado. Para lograr integrar los elementos constitutivos del delito de infanticidio, habrá de demostrarse la viabilidad del producto, es decir que éste nació con vida y no que se trató de un óbito, lo cual se demuestra mediante la comprobación de signos de vida extrauterina, asimismo, habrá que determinarse la duración de la vida extrauterina y la causa de muerte del producto.
Mediante los datos de viabilidad del producto se comprueba la aptitud para la vida extrauterina, es decir, el grado óptimo de viabilidad que tiene un recién nacido a término en estado saludable. El diagnóstico de viabilidad se establece a través de signos métricos de peso, estatura promedio y diámetros craneales, pélvicos y del cordón umbilical, también deben revisarse los signos positivos embriológicos, que incluyen signos de osificación de Beclard, signos de Billard, puntos de osificación en calcáneo y astrágalo y los signos de Palma, Scala y Bello y, por último, la presencia de rasgos morfológicos de viabilidad en piel, cabellos, uñas, pliegues y la placenta.
La mejor prueba de que el producto nació vivo se logra al demostrar que el mismo respiró, para esto se utilizan la docimasia macroscópica, la docimasia hidrostática y la docimasia histológica.
Docimasia macroscópica.
Los pulmones que no han respirado reposan en la columna vertebral, al iniciarse la respiración, llenan la cavidad torácica. Si se examina con una lupa de 10 diámetros la superficie de un pulmón que ha respirado, habrá una superficie jaspeada, finalmente lobulada y con numerosas y pequeñas vesículas de tamaño uniforme. Estos hallazgos integran la docimasia macroscópica positiva.
Si la superficie es lisa, uniforme y no hay vesículas del mismo tamaño, significa que el pulmón no ha respirado, en cuyo caso existirá docimasia macroscópica negativa. La uniformidad en el tamaño de las vesículas es importante, porque cuando un pulmón ha sufrido putrefacción muestra también vesículas, pero éstas son de tamaño francamente desigual. La explicación es sencilla: los alvéolos normales son iguales. Al llenarse de aire darán vesículas de tamaño uniforme, en cambio, en la putrefacción habrá ruptura irregular de alvéolos, que formarán cavidades de tamaño variable, por tanto, las vesículas no serán uniformes.
Docimasia hidrostática.
En un recipiente lleno de agua se depositan los órganos torácicos (pulmones, corazón y timo) que han sido seccionados, al mismo tiempo, en su posición anatómica. Si los órganos flotan, la docimasia hidrostática será positiva y se completará con las maniobras siguientes: los pulmones separados y los pequeños fragmentos de pulmón, aun después de haber sido comprimidos con los dedos, flotan.
El aire que contienen los alvéolos los hace flotar, a su vez, los fragmentos comprimidos con los dedos flotan porque no es posible expulsar todo el aire. Por último, al comprimir bajo el agua pequeños fragmentos de pulmón, el aire contenido en ellos aparecerá en la superficie del agua como pequeñas burbujas.
Docimasia histológica.
Si se encuentra macerado un feto, cabrá afirmar que murió antes de nacer. Se debe distinguir entre un feto macerado y otro putrefacto, ya que éste tiene piel verdosa, hay abundante gas en la cavidad abdominal, pulmón e hígado y su olor es fétido.
Durante el parto, el niño pudo morir por lesiones traumáticas (como la compresión de la cabeza en una pelvis estrecha) o por asfixia, procedente del cordón, circulares de cordón, cordón corto, inserción velamentosa del cordón, desprendimiento prematuro de placenta, entre otras causas. En estos casos, el sufrimiento fetal se acompaña de diversos grados de anoxia, que se traduce en congestión hepática y cerebral, hemorragias meníngeas y petequias.
La asfixia uterina provoca movimientos respiratorios que pueden motivar la aspiración de líquido amniótico, en este caso, el examen histológico de los pulmones revelará células escamosas, pelos y grasa en su interior.

Concepto de aborto.
El aborto es la cesación del embarazo y la expulsión del feto antes de que éste sea viable. El término proviene del latín abortus, ab, partícula privativa y ortus, nacimiento. Es decir, significa “no nacer” o nacer antes de tiempo, lo cual indica la destrucción del organismo antes de su viabilidad. Existen controversias éticas y legales, respecto a cuál es el tiempo de gestación en el cual se debe considerar el aborto. Así en la mayoría de los códigos penales del país, se habla de aborto cuando se produce la interrupción del embarazo y expulsión del producto “en cualquier momento de la gestación”; mientras que en legislaciones como la penal vigente para el Distrito Federal, se señala que se considera el aborto “a partir de la décima segunda semana de gestación”. Con independencia del criterio legislativo, puede considerarse en términos generales al aborto como la interrupción del embarazo y expulsión del producto. Ahora bien, hay que precisar que existen diferencias en la connotación del término aborto desde el punto de vista obstétrico y desde el punto de vista jurídico.
Lo anterior toda vez que para el médico, en obstetricia, se entiende por aborto la expulsión del producto de la concepción antes de que sea viable, es decir, alrededor del sexto mes de embarazo y, si la expulsión ocurre después de esto, o sea dentro del último tercio del embarazo se denominará parto prematuro. Por su parte y de conformidad con el artículo 329 del Código Penal Federal, se dispone que: “el aborto es la muerte del producto de la concepción en cualquier momento de la preñez”11, no defendiéndose el delito de aborto por la maniobra abortiva de expulsión del producto, sino por la consecuencia de ella, es decir, la muerte del producto. En cierto aspecto, el concepto médico – obstétrico es más amplio que el jurídico punible, toda vez que aquél no toma en cuenta como éste, la causa del aborto, ya que para el facultativo son abortos tanto los espontáneos por causas patológicos, como el accidental, el provocado, culposo o doloso. Sin embargo, el lenguaje médico es más restringido toda vez que se refiere a la época de la no viabilidad del feto, mientras que en lenguaje jurídico de conformidad con el artículo antes referido, se habla de la muerte del producto de la concepción “en cualquier momento de la preñez”. En el código penal federal no se contempla pues, una diferencia fundamental en el delito de aborto, como lo es la expulsión, aunque en la mayoría de los casos ambas situaciones se reúnen, ya que la segunda es casi consecuencia normal de la primera. La muerte del producto es suficiente para la comisión del delito de aborto, toda vez que la expulsión es en ocasiones tardía e inclusive en algunos casos aislados no llega a producirse, llegando a quedar el producto muerte dentro del útero, en donde puede disolverse, momificarse o calcificarse.

Clasificación de aborto.
En términos generales pueden clasificarse los abortos como Espontáneos y Provocados. Dentro de los espontáneos se incluyen a los patológicos y los accidentales, que pueden ser debidos a infecciones, traumatismos e intoxicaciones. Mientras que dentro de los provocados, se tienen a los lícitos y a los ilícitos; dentro de los lícitos, se encuentran los terapéuticos y los “honoris causa”, mientras que en los ilícitos se tendrán a los culposos y a los dolosos. Los abortos provocados ilícitos culposos, se pueden subdividir en punible y no punibles, incluyendo los primeros a los provocados por imprevisión, por negligencia, por impericia o por falta de reflexión o de cuidado, y dentro de los punibles aquellos ocasionados cuando la propia sea la mujer embarazada la que provoque el aborto por imprevisión; mientras que dentro de los abortos provocados ilícitos dolosos, se encuentran los realizados por la propia embarazada, por cualquier persona y por médico. En este orden de ideas, se tiene que los abortos de trascendencia para la medicina forense, serán desde luego todos, atendiendo a la investigación y dictamen que del mismo habrá que proporcionar el médico legista. No obstante, destacan por la trascendencia jurídica los abortos provocados punibles, toda vez que en estos casos se buscará con las peritaciones médico forenses ayudar a la procuración y administración de justicia en el caso de estar ante la presencia de un aborto punible, que sería desde luego otra clasificación del mismo.



Diagnóstico del aborto y los procedimientos abortivos.
Una vez estando ante la comisión o presencia de un aborto, con independencia de las diligencias y actuaciones ministeriales y judiciales necesarias para la acreditación del cuerpo del delito y la presunta responsabilidad, se requerirá del peritaje médico forense en materia de obstetricia forense, a efecto de esclarecer los hechos y brindar elementos de apoyo o desacreditación de la culpabilidad.
Dentro de los objetivos de la peritación médico forense en la investigación del aborto, se incluyen el diagnóstico de aborto provocado, el diagnóstico de la edad del producto, el diagnóstico de embarazo y de expulsión reciente en la presunta madre y la recolección, en su caso de indicios de valor judicial que vinculen a los acusados en el hecho.
En el examen que se realice a la presunta madre, se establecerán el diagnóstico de embarazo reciente, de su interrupción y de evacuación reciente del útero.
Como signos de embarazo reciente, puede comprobarse cloasma, pigmentación de línea alba y de pezones, tubérculos de Montgomery en mama y, a veces, secreción láctea y estrías en la pared abdominal. Algunas pruebas de embarazo pueden resultar positivas aun diez días después de la interrupción del mismo y, en caso de ser necesaria la autopsia por muerte de la madre, se llevará a cabo la investigación de cuerpo amarillo del embarazo en uno de los ovarios, así como restos de placenta en el útero y modificaciones histológicas en el mismo que confirmen el embarazo.
Los signos de evacuación reciente del útero se localizan especialmente en el cuello del útero, mismo que puede estar dilatado, con presencia de secreciones sanguinolentas y, a veces con desgarros recientes, equimosis, escoriaciones, quemaduras químicas y otros signos de violencia ejercida sobre el útero y la vagina para provocar y obtener el aborto.
Además de estos estudios, será necesario que el médico forense, en caso de contar con el producto abortado, le determine la edad fetal, así como la presencia de lesiones y, en su caso, la investigación de apéndices del producto tales como restos placentarios o de cordón que pudieran orientar acerca de la edad de gestación, así como cierta utilización de determinados procedimientos abortivos específicos tales como sustancias químicas o maniobras quirúrgicas.
Los procedimientos abortivos son de diversa índole, pudiendo ser desde los más folclóricos –tales como incremento de la actividad sexual, saltos, ejercicio intenso, golpes en el abdomen, etcétera-, hasta los realmente sofisticados y que requieren de la asistencia especializada, tales como los legrados quirúrgicos o la aspiración del producto. No obstante lo anterior, los procedimientos abortivos suelen dividirse en la utilización de sustancias abortivas y la realización de maniobras abortivas directas.
Dentro de la utilización de sustancias abortivas, existe una diversa variedad tanto de vegetales como fármacos y aun tóxicos que se utilizan empírica o prescrita médicamente para inducir el aborto a través de contracción de los músculos uterinos principalmente, así como alteraciones hormonales. Dentro de las sustancias comúnmente empleadas como abortivas, se cuentan el perejil, la ruda, el epazote, orégano, apiolina, cornezuelo de centeno, sabina, cantárida, zoapaxtle, sales de plomo, mercurio, arsénico, quinina, etcétera, asimismo, se emplean medicamentos como pruebas de embarazo o anticonceptivos orales o parenterales (inyectados), que en general contienen altas concentraciones de progesterona o diversas hormonas y sustancias que tienen efectos sobre la actividad del útero. Más recientemente se ha estandarizado la utilización de la llamada “pastilla del siguiente día”, la cual al ser una alta concentración de hormonas, se utiliza con efectividad en las primeras horas posteriores a la supuesta fecundación o posterior a la actividad sexual, sin la certeza de existencia o no de fecundación, ocasionando la regulación del ciclo menstrual por alteraciones hormonales, por lo que su inclusión como verdadera sustancia abortiva pudiera ser cuestionable. Cabe señalar que ninguna de las sustancias o medicamentos empleados como abortivos, tienen efectividad absoluta satisfactoria para la interrupción del embarazo y, es común que la utilización de sustancias no solamente no provoquen el aborto, sino que intoxiquen a la mujer y le provoquen afectaciones en su salud, sin que con ello se logre el aborto y la expulsión del producto. No obstante, suelen existir muchos casos en los cuales con la utilización de sustancias y medicamentos, se logre el aborto, aún con el riesgo que ello trae aparejado.
Por otro lado, en relación con las maniobras abortivas, puede afirmarse que las mismas en la gran mayoría de los casos son altamente efectivas para la muerte y expulsión del producto, aunque en un gran número de casos, también es frecuente que se produzcan complicaciones que en ocasiones afectan tanto a la mujer que le pueden provocar diversas patologías o inclusive la muerte.
También dentro de las maniobras abortivas los métodos son diversos, incluyendo algunos hasta pintorescos y alarmantes, tales como las relaciones sexuales frecuentes, la masturbación, la introducción vía vaginal de instrumentos de lo más variado, como botellas, ganchos de ropa y de tejer, sondas de hule, etcétera, sin embargo, los métodos realmente eficaces son los de acción directa sobre el útero.
Cualquier excitación, dilatación o estimulación por cuerpos extraños sobre el cuello uterino, o bien la ruptura de la membrana ovular pueden producir aborto, debido a esto es que se emplea la introducción de tales cuerpos extraños en el cuello del útero o en su interior, normalmente por personas ajenas a la profesión médica. El legrado uterino es la técnica más eficaz para provocar el aborto y tiene que ser realizado por personal médico y consiste en la aplicación de un espejo vaginal para la exposición y posterior sujeción con pinzas de garras especiales del cuello uterino y la subsiguiente introducción de un instrumento denominado legra, que tiene forma de pequeña cucharilla, mediante el cual se rompe la membrana ovular y se extrae el producto poco a poco con la cucharilla hasta dejar lo más limpio posible  el útero. Cabe hacer mención de que ésta técnica de legrado también se emplea para tratamientos de abortos incompletos, previamente provocados, o bien por abortos incompletos espontáneos, por lo cual el peritaje médico deberá ser cuidadoso en la historia clínica que se realice a la mujer, a efecto de descartar conductas criminales. Por último, otra técnica eficaz en la producción del aborto consiste en el legrado por aspiración, realizado mediante un extractor de vacío que, aplicado a través de una cánula, previa dilatación del cérvix, en el interior de la cavidad uterina y por presión negativa, extrae el huevo en muy poco tiempo, asegurando evitar al máximo la provocación de traumatismos mayores y el vaciado completo del útero. Es necesario que en éstas maniobras abortivas mediante técnicas quirúrgicas, se requiera de una correcta exposición del canal vaginal y del cuello uterino, para lo cual se utilizan espejos vaginales y pinzas de garras para la dilatación del propio cérvix o cuello uterino, lo cual indefectiblemente dejará evidencias de tales maniobras abortivas en forma de huellas que deberán ser destacadas en el peritaje obstétrico forense, como descripción de heridas puntiformes, equimosis, escoriaciones o pequeños desgarres en el cuello de la matriz, de la vagina o de la vulva.


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