La antropología criminal es una rama de la Criminología que
estudia los factores antropológicos con relación a la actividad criminal. Se ocupa de estudiar su origen y las causas, e intenta
determinar qué nivel de responsabilidad tienen tanto la sociedad como la
persona que comete el crimen.
Dada su naturaleza y el alcance del trabajo que desarrolla,
puede afirmarse que la antropología criminal está compuesta de tres partes o
campos: general, especial y práctica.
El médico italiano Cesare Lombroso (1835-1909) es considerado el precursor de la antropología criminal; fundó la escuela positivista de criminología. Además, existen otros dos precursores de esta escuela: Enrico Ferri y Rafael Garófalo.
La otra escuela de la antropología criminal es la francesa, que se deriva de una disidencia de la escuela italiana. Esta admite la importancia de la fisiología y la anatomía del criminal, pero niega su carácter precedente. En su lugar, otorgar mayor preponderancia en la conducta criminal a los aspectos sociológicos y psicológicos.
Bajo la concepción del positivismo biológico, el criminal
era considerado en términos absolutos como un ser anormal, que sufría una
desviación de base biológica que conducía a una regresión a estados primitivos
del ser humano y que se podía catalogar como una patología. Los componentes de
este paradigma se articulaban en la secuencia bio-psico-social; donde el
componente biológico, era el más importante, y el componente social muy pocas
veces se tenía en cuenta. Bajo esta concepción el italiano Cesare Lombroso,
considerado figura capital de la antropología criminal, define al delincuente
como una subespecie del género humano, siendo identificable por una serie de
características fisiológicas y somáticas. En su obra L'uomo delinquente (1876)
dio una definición del criminal nato. Esta idea del "criminal nato"
ya se encuentra desarrollada en escritos anteriores del frenólogo catalán Marià
Cubí.
La idea del criminal nato, identificado por la constitución
física, especialmente por la configuración del cráneo, el cerebro y la cara, es
una visión exclusivista y unilateral del fenómeno criminal y no tiene en
consideración otros factores antropológicos como los somáticos, psicológicos y
sociales.
A pesar de sus carencias, la antropología criminal de
Lombroso supuso una revolución a nivel metodológico importante: se fundamenta
en datos obtenidos de una manera sistemática de los criminales y en evidenciar
una determinada correlación entre el elemento somático y el psíquico, además de
haber contribuido a perfilar una tipología humana relacionada con el fenómeno
delictivo.
Siguiendo esta corriente también encontramos los trabajos
del italiano Di Tullio, el cual consideró la predisposición al delito como
consecuencia de una determinada constitución delincuencial, con factores
hereditarios y neuropsicopáticos. Otros autores han puesto en un énfasis
especial determinados factores, como el endocrino (Pende), o el hereditario
(Lange).
Con el surgimiento de nuevas concepciones teóricas y la
relación de diferentes disciplinas entre sí, se va comenzar a prefigurar una
concepción de carácter relativista basada ya más en el social que en el
biológico. Estas concepciones significan una ruptura con el paradigma
bio-psico-social y una reformulación de la idea de delito desde una óptica
relativista. Además, remarca la concepción que, si bien el delito puede ser una
conducta no deseable en el seno de alguna sociedad, es un hecho perfectamente
normal en la vida de cualquier grupo:
Los crímenes y los criminales son producto de la sociedad, y
a la vez, instrumentos y víctimas de la misma sociedad. [...] Un crimen es el
que la sociedad elige definir como tal. Una cosa que puede ser considerada como
un crimen en una sociedad puede no serlo en otra. [...] De aquí que la sociedad
sea la que defina al criminal y no el criminal que se defina a sí mismo. Y
sugiero aquí que casi invariablemente la sociedad es la que hace al criminal porque
los criminales, en realidad, se vuelven tales, y nacen así.
A pesar del rechazo general de las teorías de Lombroso,
ciertos aspectos de la criminología antropológica aún tienen aplicación en los
perfiles modernos criminales. Históricamente (sobre todo en la década de 1930)
la antropología criminal se ha asociado tanto con la eugenesia como la idea de
un defecto fisiológico en el género humano se asocia a menudo con los planes
para eliminar este tipo de defecto.
La antropología criminal, mediante estudios fisonómicos,
también está presente en los estudios de la psicología social y psicología
forense. Las teorías de Lombroso se encuentran también en los estudios de la
respuesta galvánica de la piel y el síndrome del superhombre (cromosoma XYY).
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