Una de
las ramas de reciente creación dentro de la Medicina en general y la Forense en
particular, lo es la Sexología, circunscrita dentro del marco de análisis
detallado y propositivo de la sexualidad humana, tanto en condiciones de
normalidad como con rasgos patológicos, teniendo el objeto de conocer y
reconocer los patrones conductuales sexuales que presenta la población y que ha
venido estudiándose desde mediados del siglo pasado a través de estudios de
gran alcance, tales como los realizados por los investigadores Howell Masters y
Virginia Jonson, en su trabajo sobre la “Respuesta sexual humana”. La
importancia de la sexología hoy en día cobra mayor fuerza atendiendo a las
características de libertad y diversidad en materia sexual que se encuentran en
la actualidad y que, en muchas ocasiones pueden derivar en conductas delictivas
de índole sexual, que necesariamente han de ser analizadas con particular
cuidado y detalle no sólo a partir del aspecto jurídico, sino desde luego desde
la visión de la Sexología Forense. Otro rubro de importancia en este apartado
lo constituye la Obstetricia Forense, la cual se encarga del estudio de la
etapa gestante de la mujer, desde la fecundación hasta el nacimiento del
producto. En este sentido y tomando en consideración, por ejemplo las recientes
propuestas legislativas en materia de Aborto punible – como es el caso de la
definición de aborto a partir de la décima segunda semana de gestación en el
Código Penal del Distrito Federal, por reformas de 2007-, resulta no sólo un
tópico de vigencia actual, sino una necesidad de conocimientos necesarios para
afrontar ésta problemática, el dominio de las generalidades de la Obstetricia
Forense.
Sexualidad.
Es
incuestionable el hecho de que la sexualidad es una de las funciones y
necesidades inherentes a los seres vivos y ha sido estudiada desde tiempos
remotos por diversas áreas del conocimiento humano. En este sentido, tanto el
Derecho como la Medicina han realizado profundas investigaciones relacionadas
con la actividad sexual del individuo. Particularmente dentro de la Medicina e
inclusive de la Psicología, se ha buscado no sólo conocer las generalidades de
la sexualidad normal y patológica, sino también adentrarse en el análisis de
determinados estados y condiciones que resultan de interés y que han dado
origen a la Sexología, que es la disciplina encargada de estudiar la sexualidad
humana. En el ámbito de la medicina forense el estudio de la sexualidad
representa una importante herramienta para poder establecer criterios
científicos que ayuden al reconocimiento y esclarecimiento de diversos delitos
de carácter sexual, tales como los delitos en contra de la libertad, seguridad
y normal desarrollo psicosexual. Es así que resulta conveniente contar con las
nociones básicas de sexualidad humana, vistas desde el punto de vista de la
sexología para, en primer término, poder distinguir con mayor claridad los
aspectos relacionados con los delitos sexuales, pero a su vez, y tomando en
consideración las diversas modalidades de sexualidad que, si bien no son
nuevas, están teniendo un tratamiento jurídico diverso en los últimos tiempos
(sociedades de convivencia, transgénero, practicas swinger, por sólo mencionar
algunas), y que a través de los lineamientos de la sexología, es factible una
mejor comprensión, ya no sólo de la conducta, sino del fenómeno sexual.
Concepto de Sexualidad humana
Entendida
la salud integral en términos de la Organización Mundial de la Salud como el
estado de equilibrio biopsicosocial, cabe considerar a la sexualidad humana,
como elemento intrínseco a la personalidad y de la salud del ser humano y
también caracterizada con aspectos biológicos, psicológicos y sociales. La
sexualidad humana es pues una dimensión de la personalidad y no únicamente una
aptitud o actitud individual de respuesta erótica o lúbrico libidinosa ante
estímulos de carácter sexual. En este orden de ideas es que se encontraran
tantos intentos de definir la sexualidad humana, como corrientes o ramas del
conocimiento existan relacionadas con la misma. No obstante en un criterio
unificador que intente incluir a la mayoría de los elementos de la sexualidad,
pudiese proponerse a manera de conceptualización de la sexualidad humana, al
conjunto de características tanto biológicas, como psicológicas y sociales que
contemplan la división de los individuos, por principio en hembras y machos,
para luego concebirlos como mujeres y hombres o género femenino y masculino y,
en ese sentido analizar las principales características y diferencias de cada
género.
No
obstante lo anterior que pudiere parecer una simple concepción biológica, cabe
destacar que la diferencia señalada, desde luego que abarcará las áreas del
sexo biológico, del sexo genético, del sexo gonadal, del reproductor y del
genital, pero también ha de distinguir de manera precisa el área del sexo
psicosocial que incluiría aspectos tales como el sexo de asignación, el sexo de
identidad el rol de género, los cuáles en su conjunto son plenamente estudiados
por la sexología humana, la psicología, la medicina forense y dentro de ésta,
la sexología forense.
La
sexología o estudio de la sexualidad humana ha sido estudiada por diversos
pensadores a lo largo del tiempo y según el área de conocimiento en la cual
destacaban y destacan. Así se tienen por ejemplo, las teorías psicosexuales de
desarrollo de la personalidad de Freud propuestas a principios del siglo pasado
y que aún en nuestros días siguen
teniendo vigencia. También cabe señalar los estudios de Kinsey y colaboradores,
quienes a principios de los años cuarentas del siglo pasado, realizaron la
primera encuesta sobre las prácticas sexuales, investigación sociológica que
brinda importantes aportes referentes a las conductas sexuales. A su vez, y
siendo quizás el grupo de investigadores de mayor reconocimiento en el campo de
la sexología, se encuentran a Masters y Jonson, quienes tras observar un enorme
número de actividades sexuales en hombres y mujeres a finales de los años
cincuentas del siglo pasado, pueden ofrecer el conocimiento con suma veracidad
y objetividad de los procesos tanto fisiológicos como psicológicos de la
respuesta sexual humana, con lo cual abrieron un camino en ésta área del
conocimiento que sigue día con día desarrollándose conjuntamente con el ser
humano.
Actualmente
se llevan a cabo cada vez más y en mayor diversidad, estudios acerca de la
sexualidad humana, con lo cual la sexología se va enriqueciendo mediante las
aportaciones de diversas disciplinas biomédicas tales como la endocrinología,
genética, embriología, y de disciplinas sociales que incluyen a la psicología,
antropología, sociología, filosofía, pedagogía y, desde luego, al Derecho. Lo
antes expuesto demuestra con creces la enorme importancia que las diversas
áreas del conocimiento dan al estudio de la sexualidad humana, no sólo para
conocerla, sino para aportar nuevos esquemas de abordaje de las distintas
facetas y características tan diversas que pueden encontrarse en la sexualidad
humana.
Anatomía fisiológica sexual masculina y
femenina
ANATOMÍA
Y FISIOLOGÍA MASCULINA
El
aparato reproductor masculino posee tanto órganos internos como externos o
genitales propiamente dichos, a su vez los órganos internos suelen dividirse
anatómica y funcionalmente en órganos internos pares y nones. Los
órganos masculinos internos pares incluyen principalmente a los testículos que
son los encargados de la producción de los espermatozoides y la principal
hormona masculina que es la testosterona, también incluyen a los epidídimos,
ubicados por encima de los testículos y que son las estructuras en el que se
almacenan y llegan a la maduración los espermatozoides, existen también
conductos deferentes a través de los cuáles transitan los espermatozoides hasta
llegar a las vesículas seminales para adquirir motilidad y pasar por último a
los conductos eyaculadores por donde pasan los espermatozoides junto con
diversas secreciones que forman en su conjunto la eyaculación.
Como
órganos masculinos internos nones se encuentran la próstata, que es una
glándula que regula la orina y la eyaculación para que no salgan al mismo
tiempo, también se encuentra la glándula de Cowper, encargada de limpiar en la
uretra residuos de orina para que los espermatozoides puedan pasar libremente
y, por último, la uretra, que es el canal de paso tanto de la orina como de la
eyaculación. A su
vez los órganos externos masculinos o genitales son el pene, que está formado
por el cuerpo cubierto de una piel denominada prepucio, el glande o cabeza que
tiene en el centro el orificio de salida de la uretra, la parte interna del
pene se compone de dos tipos de tejidos denominados cuerpos esponjoso y
cavernoso, mismos que durante la respuesta sexual y por efecto de la vaso
congestión, se llenan de sangre para proporcionar al pene la erección necesaria
para la actividad sexual. La otra parte de los genitales masculinos es el
escroto, también conocida como bolsa escrotal, por ser precisamente una bolsa
de delgada piel que tiene como función guardar y proteger a los testículos de
los cambios de temperatura, distendiéndose para alejarlos del pubis si hace
calor o contrayéndose para acercarlos al cuerpo si hace frío o también ante
emociones como la ira y el miedo y durante la respuesta sexual. La
función principal del pene consiste en ser un órgano excretor tanto de la orina
como de la eyaculación, la cual coincide con el orgasmo y, por ello, el pene
tiene la doble función reproductiva y placentera.
ANATOMIA
Y FISIOLOGÍA FEMENINA
Los
órganos sexuales femeninos también se dividen en órganos internos y externos.
Los
internos o reproductores, incluyen dos ovarios en los que se producen óvulos y
hormonas femeninas como la progesterona; dos tubas o trompas uterinas,
conocidas también como trompas de Falopio, que son la vía de tránsito tanto
para los óvulos como para los espermatozoides; un útero o matriz que es en
donde se alberga el producto de la concepción. También está la parte superior
de la vagina, en donde se inserta el cuello uterino y el espacio conocido como
canal de parto, por donde también sale la menstruación y es el órgano receptor
peniano durante la cópula.
Loa
órganos externos femeninos o genitales incluyen a simple vista el monte de
Venus y los labios mayores, los que tras la pubertad se cubren con vello, al
separarse los labios mayores, se encuentran los labios menores, que son dos
repliegues de delgada piel muy sensibles que se unen en la parte superior
formando un capuchón, debajo del cuál se encuentra el clítoris, que constituye
un órgano de extrema sensibilidad y al que usualmente se asocia su estimulación
con el orgasmo. Por debajo del clítoris se ubica el meato urinario que es un
pequeño orificio de salida de la orina proveniente de la vejiga y debajo de el
meato, se encuentra otro orificio de mayor tamaño que constituye la entrada a
la vagina propiamente dicha, llamándose al conjunto de estos órganos vulva.
Cabe
hacer mención que una parte importante en la anatomía sexual femenina lo es el
himen, el cual es de particular interés en sexología forense. El himen es una
membrana de piel que cierra parcialmente el orificio de entrada a la vagina,
siendo su estructura diferente en cada mujer, al variar de grosor o delgadez,
pudiendo ser rígido o elástico y que generalmente tiene un orificio de diversas
formas y diferente en cada mujer, lo cual ha permitido una clasificación de los
diversos hímenes. Cabe hacer mención que también en ocasiones el himen no
presenta orificio alguno, por lo cual se llega a requerir su apertura
quirúrgica para permitir la salida de la menstruación, la introducción del pene
o la salida del producto de la gestación.
La
clasificación más frecuente y conocida de los hímenes incluye al Circular
redondo y con borde libre nítido, Anular con orificio central, el Seminular con
orificio en forma de media luna cavidad dirigida hacia arriba y borde libre
liso (el más frecuente), Labiado con orificio alargado, Franjeado circular con
escotaduras naturales, Tabicado con dos orificios y un “tabique” en el medio,
Cribiforme con varios orificios, Cloroliiforme o fimbriado con un orificio que
presenta apariencia de desgarres e Imperforado sin ningún orificio.
También
por la elasticidad de la membrana himenal se identifica al himen dilatado o
dilatable, normalmente identificados como hímenes “complacientes”.
Fisiológicamente
de los órganos que integran la vulva, el himen no cumple con ninguna función y
solamente se le ha atribuido por cuestiones culturales la representación de “la
virginidad” femenina o cierto indicador de ausencia de cópula. No obstante, es
factible que aún sin cópula, el himen pueda desgarrarse a través de actividades
tales como los ejercicios o la masturbación o, inclusive los Coloriformes tener
apariencia desgarrada sin que necesariamente indique la práctica copulatoria.
Instinto sexual
Respuesta sexual compleja caracterizada por una serie de
cambios fisiológicos que se presentan en el organismo cuando el sujeto se
encuentra bajo influencia de ciertos estímulos erógenos o estímulos sexuales
(físicos o psicológicos) que tienden a provocar respuestas o modificaciones
específicas que potencialmente pueden llevar al orgasmo al individuo,
recordando que la respuesta sexual humana tiene funciones tanto reproductivas
como placenteras.
Respecto
de los estímulos sexuales, pueden considerarse efectivos cuando llegan a
producir la lubricación de la vagina, así como la erección del pene y preparan
a los sujetos para la actividad sexual. Conviene destacar que los “instintos”
suelen identificarse en general como patrones conductuales y de reacción
normales ante determinadas circunstancias y, específicamente, los instintos de
naturaleza sexual, serán pues aquellos referidos a la actividad sexual frente a
determinados estímulos sexuales.
Los
estímulos sexuales pueden ser reflexogénicos, cuando se produce la respuesta
sexual integrando un arco reflejo, activando las terminaciones nerviosas del
área genital así como de las zonas circunvecinas, siendo por lo general de tipo
táctil. Otro tipo de estímulos sexuales son los filogenéticos, que derivan en
la respuesta sexual tras la percepción sensorial a través del olfato, la vista,
el oído, el gusto y el tacto en zonas no genitales.
Asimismo,
los instintos sexuales y sus estímulos son producto de respuestas a preferencias
personales y subjetivas, derivadas usualmente de los antecedentes vivenciales
de cada sujeto, logrando mediante un complejo sistema de reflejos nerviosos
superiores, provocar o generar cambios internos y externos en el organismo
completo.
En el
desarrollo de la respuesta sexual el organismo presenta dos etapas principales
o reacciones fisiológicas básicas. Primero aparece la vasocongestión, que se
deriva del aumento del volumen sanguíneo que irriga a los genitales y diversas
partes del cuerpo, lo cual ocasiona un aumento en el tamaño y la coloración de
los tejidos. Posteriormente surge una reacción de miotonía o aumento en la
tensión muscular en todo el organismo derivada de la estimulación sexual. Tanto
la miotonía como la vasocongestión tienden a aumentar gradualmente y a medida
que se incrementa la respuesta sexual hasta alcanzar su máxima intensidad en el
orgasmo y después del mismo, se relajan los músculos y los vasos sanguíneos se
vacían, reestableciéndose el estado previo a antes de enfrentar el estímulo
sexual.
Deseo sexual y las perversiones sexuales
Existen
diferentes explicaciones del deseo sexual, no obstante, una de las más
reconocidas en la literatura especializada, es la derivada de las
investigaciones de Master y Jonson, quienes distinguieron cuatro etapas de
cambios en el organismo en la respuesta sexual, a saber, fase de excitación,
fase de meseta, de orgasmo y de resolución. El ciclo inicia tomando como punto
de partida el estado de reposo o estado basal del organismo y su respectiva
respuesta ante la presencia efectiva de un estímulo sexual. En la fase de
Excitación, se empiezan a generar y presentar en el organismo e ir aumentando
la vasocongestión y la miotonía, llegando a un elevado nivel y manteniéndose en
ese nivel durante la fase de Meseta durante la cual se desarrolla gran parte de
la actividad o respuesta sexual, incrementando su intensidad hasta alcanzar el
grado máximo de excitación durante el orgasmo, en el que suele producirse la
eyaculación, tanto masculina como femenina –ésta última poco frecuente- y,
posterior al orgasmo la respuesta sexual disminuye y decrece durante la fase de
Resolución, hasta volver el estado del organismo al estado basal o de reposo.
Ahora bien, únicamente en el hombre e inmediatamente después del orgasmo, ya
durante la fase de resolución, se presenta otra fase conocida como período
Refractario, en el cual no existe ningún tipo de respuesta a estímulos
sexuales, llegando inclusive a resultar desagradables los estímulos táctiles en
el pene. Tras las investigaciones de Masters y Jonson y basándose en ellas la
investigadora Kaplan, propuso un ciclo de tres etapas que incluye las fases de
Deseo, Excitación y Orgasmo, excluyendo las fases de meseta y resolución e
incluyendo al Deseo, el cual consiste en la predisposición indispensable para
responder al estímulo sexual efectivo. Destacando que ambos modelos son
complementarios y de utilidad en sexología. Las llamadas perversiones sexuales,
se refieren a patrones de conducta sexual o relacionada con la sexualidad y que
se caracterizan por una cierta desviación estadística respecto de la curva de
normalidad, y por ello, también suele identificárseles como desviaciones
sexuales. Es importante el estudio de las desviaciones sexuales dentro de la
sexología forense, toda vez que suelen originar en un número considerable de
ocasiones, diversos delitos o inclusive la muerte, con características muy
peculiares y de interpretación difícil, al grado de que el médico que carezca
de conocimientos y experiencia en estos casos, pueden proporcionar una
interpretación errónea de los hechos, ya que en algunos casos la muerte puede
ser natural, en ocasiones accidental o inclusive homicida.
Por lo
anterior, el reconocimiento médico legal de las anomalías psicosexuales debe
ser analizado conjuntamente con un equipo multidisciplinario que permita
robustecer las hipótesis planteadas. En todo caso ha de tenerse presente que
solamente en situaciones extremas en las cuales se afectan la libertad, la
seguridad o el normal desarrollo psicosexual de las personas, tendrán
trascendencia médico legal y, desde luego, jurídica las desviaciones sexuales,
pero si las mismas se refieren a conductas consensuales entre los participantes
de las mismas, sólo tendrá interés cultural las mismas. A efecto de
ejemplificar algunas de las principales desviaciones sexuales o parafilias, se
mencionan de manera enunciativa a continuación, refiriendo al lector al
glosario para la revisión de cada una:
a.Adulterio.
b. Celibato.
c.
Coito anal.
d.
Coito oral.
e.
Cunniligus.
f.
Exhibicionismo.
g.
Felatio.
h.
Fetichismo.
i.
Gerontofilia.
j.
Homosexualidad.
k. Incesto.
l.
Masoquismo.
m. Masturbación.
n.
Necrofilia.
o.
Pedofilia.
p.
Prostitución.
q.
Sadismo.
r.
Travestismo.
s.Zoofilia.
Determinación medico – legal con respecto a los delitos sexuales.
Con la
denominación de delitos sexuales, se entienden aquellas conductas ilícitas
relacionadas con la actividad sexual, o de manera más específica, las que
atentan contra la libertad, la seguridad y el normal desarrollo psicosexual. No
se analizarán los tipos penales ni conductas típicas de éstos delitos,
atendiendo a que son materia de estudios diversos, sino se revisarán las
generalidades médico legales necesarias para el análisis de estos ilícitos, así
como para contar con herramientas técnicas que faciliten la procuración y
administración de justicia penal, ante la comisión de delitos sexuales, en los
que resulta indispensable el apoyo de estudios médico legales para establecer
la existencia y modalidades de cada uno de los llamados delitos sexuales.
Generalmente se incluyen en la legislación penal dentro de los delitos de
carácter sexuales a la violación, el estupro, el hostigamiento sexual y el
abuso sexual, y aunque diversas Leyes penales contemplan otros más, basta
conocer las principales estrategias, procedimientos y técnicas de intervención
médico legales en estos cuatro delitos, por ser los de mayor interés en
sexología forense. Para la comprobación del cuerpo del delito en éstos ilícitos
tiene un papel preponderante la función del médico legista, toda vez que es él
quién determinará sí el sujeto pasivo, en primer término cuenta con una edad
determinada, si ha tenido actividad sexual reciente o remota, si cuenta con
evidencias que demuestren lesiones sexuales y si derivado de la actividad
sexual tiene consecuencias tales como enfermedades o embarazo.
Cabe
señalar que en la mayoría de las legislaciones penales, respecto de los delitos
sexuales se señalan diversas características tanto en el sujeto pasivo como en
el activo, dentro de las que destacan la edad de la víctima, que puede ser
púber, impúber o mayor de edad y al establecerse la edad, se tendrán elementos
para incluir al sujeto pasivo en determinado tipo penal. Así mismo, el sexo del
sujeto pasivo y aún del activo puede ser indistinto y, en cualquier caso, la
presencia de cualquier tipo de traumatismo o lesión, ya sean de datas recientes
o lejanas, debe ser claramente reportada por el médico legista. Destaca la
importancia de distinguir la presencia de cópula como dato biológico que indica
el objeto material en algunos de los delitos sexuales, tales como el estupro y
la violación. La cópula es la penetración del pene en la vagina durante una
relación heterosexual, aunque también se considera cópula a la introducción del
pene en el ano en una relación tanto heterosexual como homosexual o inclusive
por vía oral independientemente del sexo de la víctima. Además del pene, la
legislación establece la posibilidad de introducción por vía vaginal o anal de
cualquier elemento o instrumento distinto del miembro viril, con violencia
física o moral y con independencia del sexo de la víctima. Para el estudio del
estupro y de la violación con menores de edad, desde luego que debe
determinarse la edad exacta de la víctima desde el punto de vista médico y a
partir de la presencia de determinados caracteres sexuales secundarios,
reportando a la autoridad el resultado del estudio de la edad de la víctima.
Entratándose
del delito de violación, cabe señalar que existen diversas clases de violación,
tales como la que realiza mediante amenazas de tal naturaleza que obliga a la
persona a la realización de actos que, de no ser por las amenazas no llevaría a
cabo; este tipo de violación es el “menos” traumatizante y peligroso, así como
el de mayor dificultad de probar por la ausencia de lesiones o huellas de
violencia, aunque en todo caso se puede detectar la presencia de actividad
sexual reciente y practicar diversos estudios criminalísticos en busca de
indicios tales como semen, pelos y demás que robustezcan la hipótesis de la
actividad sexual. Asimismo, cuando el violador realiza la cópula aprovechando
el estado de indefensión de la víctima por encontrarse ésta inconsciente,
también atendiendo a la ausencia de signos de violencia, resulta difícil
acreditarla como medio de obtención de la cópula.
No
obstante lo anterior, para la realización de la cópula por parte del violador,
éste tiene normalmente que vencer la resistencia natural de la víctima,
sometiéndola mediante el uso de la fuerza física y aún de golpes, y por ello en
la medida en que el sujeto pasivo se oponga, mayor será la violencia empleada y
evidenciada a través del examen médico – legista.
Para
la realización del examen médico legal de los genitales femeninos, la mujer ha
de ser explorada en una mesa ginecológica, acostada en decúbito dorsal,
quedando sus nalgas algo por afuera del borde anterior de la mesa, los miembros
inferiores flexionados en las rodillas,
con los pies apoyados en los estribos y los muslos separados para exponer el
área genital.
La
exploración del área genital femenina se orienta a la recolección de pelos,
fibras, manchas u otros indicios en la vulva, la descripción de lesiones en la
vulva; la descripción de la condición del himen y; la descripción de las
lesiones y recolección de indicios en la vagina. Al mismo tiempo debe
examinarse la vía anal, toda vez que es muy frecuente en los delitos sexuales,
el compromiso del área anal con presencia de desgarros o borramiento de pliegues.
También
han de examinarse el área paragenital y extragenital, la primera se refiere al
periné, la pared abdominal anterior en su tercio inferior, las nalgas y la cara
interna de los muslos, en donde puede evidenciarse la presencia de contusiones,
excoriaciones, equimosis, hematomas e incluso heridas contusas. En el área
extragenital han de buscarse contusiones en piel cabelluda, hematomas y
escoriaciones en rostro, cuello, tórax, sugilaciones y mordeduras en cuello y
mamas, hematomas en pared abdominal, muslos, rodillas y piernas, así como
signos de compresión toracoabdominal.
Es
importante que conjuntamente con el examen médico se realicen recolecciones de
fluido vaginal y muestras del recto para ser enviados al laboratorio en
búsqueda de la presencia de zoospermos o para cuantificar fosfatasa ácida y
tipos sexológicos o bacteriológicos y estar en la posibilidad de corroborar la
presencia reciente de marcadores biológicos de actividad sexual reciente con
presencia de semen o inclusive la detección oportuna de infecciones como
consecuencia al ataque sexual. También se suele realizar un “peinado” en el
Monte de Venus para buscar pelos o fibras del atacante. También suele
practicarse, particularmente en la investigación del sujeto activo de delitos
sexuales, el examen de la zona sexual masculina, es decir el pene y el área
extragenital. Así pues, el médico legista debe buscar la presencia de actividad
sexual reciente, para lo cual revisará el pene y buscará signos de irritación
reciente, presencia de líquido seminal que suele estar presente posterior a
actividad sexual y de semen ya sea a través de maniobras de exprimir el miembro
o bien mediante técnicas de laboratorio en búsqueda de presencia de fosfatasa
ácida que evidenciaría actividad sexual reciente. Suele realizarse también el
estudio de posibles lesiones producidas por las maniobras de forcejeo con la
víctima, buscándolas en el pecho y la espalda principalmente, aunque pueden
buscarse y encontrarse en cualquier parte del cuerpo.
Obstetricia Forense.
Mediante
el estudio obstétrico forense, se busca tener los conocimientos necesarios para
el reconocimiento de hechos relacionados con la posible comisión de delitos
circunscritos con el embarazo, tales como el aborto y el infanticidio. Siendo
importante dentro de la obstetricia forense la clarificación de conceptos
operativos tales como la fecundación, el embarazo normal y alterado, el parto y
el recién nacido, se revisarán a continuación, a efecto de contar con
herramientas técnicas que permitan el estudio detallado de los delitos de
aborto e infanticidio.
Concepto de obstetricia forense.
La
obstetricia es el área de la medicina que se encarga del estudio del embarazo,
desde el momento de la fecundación hasta el parto y puerperio – que es la etapa
posterior al parto -. Así mismo la obstetricia forense, en el mismo orden de
ideas, es la rama de la medicina forense que se aboca al estudio de las
principales características relacionadas con la actividad reproductiva humana,
especialmente por cuanto hace al embarazo y período de gestación, al igual que
al estudio del período inmediato posterior al parto. La obstetricia forense
ofrece un panorama general relativo a la etapa del embarazo, desde la
fecundación, destacando dentro del período de gestación, las posibles
alteraciones que pudieran llevar u ocasionar la interrupción del embarazo, con
la consecuente posible comisión del delito de aborto en sus diversas
modalidades típicas.
Conjuntamente
con el estudio del embarazo y su interrupción, la obstetricia forense también
se encarga de estudiar los fenómenos del parto y alumbramiento del recién
nacido, con el objeto principal de identificar los elementos orientadores del
nacimiento del producto con vida o no y, en ese sentido poder determinar de
manera médico legal la posible comisión del delito de infanticidio.
La fecundación.
Reviste
en la actualidad particular importancia el conocimiento de la fecundación que
origina la gestación o embarazo, particularmente atendiendo a las recientes
modificaciones que han experimentado algunas legislaciones penales tales como
el Código Penal del Distrito Federal, en donde a partir de la identificación de
la fecundación, se considera el aspecto temporal de fijación del embarazo para,
en su caso, establecer la posible comisión de delitos como el de aborto. La
fecundación se refiere al fenómeno por medio del cual se integran o fusionan
los gametos masculino y femenino, que ocurre en la región de la ampolla de la
trompa de Falopio en el útero de la mujer y que es el fenómeno con el que da
inicio el embarazo. El líquido seminal del hombre eyaculado o depositado en la
vagina durante la cópula posee un gran número de espermatozoides con activa
movilidad. Algunos espermatozoides emigran desde la porción superior de la
vagina por el útero, hasta las trompas de Falopio, en donde el espermatozoide
al unirse penetrando el óvulo, realiza la fecundación del mismo que deriva en
el inicio de la etapa de gestación o embarazo. Se ha comprobado de manera
experimental que, cuando el cuello uterino se extirpa junto con las trompas, se
sumerge en un fondo común de espermatozoos con movilidad activa, estos últimos
pueden obtenerse del orificio abdominal de las trompas algo más de una hora
después de comenzar el contacto. Esta observación indica que el ascenso por el
cuello uterino, útero y trompas de Falopio, ocurre aproximadamente una hora
después de la cópula y que los espermatozoides llegan al tercio externo de las
trompas principalmente debido a su activa movilidad. Se han hecho diversos
estudios en torno a la viabilidad del espermatozoide y del óvulo, sin embargo,
diversos autores calculan que cabe estimar que el óvulo muere en un término de
24 horas después de haber sido expulsado del ovario, que es en donde se
producen los óvulos. A su vez, distintos estudios del líquido seminal obtenido
de la vagina, comprueban que los espermatozoides mueren al término de horas
después del coito, si permanecen en contacto con los líquidos vaginales, pero
también es indiscutible que pueden vivir mucho más tiempo en el útero y en las
trompas, ya que de estos sitios se han obtenido espermatozoides incluso después
de dos semanas del coito. No obstante lo anterior, de manera general es
aceptado que para que el coito produzca fecundación debe ocurrir dentro del término
aproximado de uno o dos días de la fecha de ovulación. Una vez ocurrida la
fecundación, al producto de la misma se le denomina “huevo” y en él se va
efectuando una multiplicación de las células que darán origen, además del
producto, a las estructuras afines al embarazo, tales como la placenta, la
bolsa y el líquido amniótico, el cordón umbilical.
El embarazo y sus fases.
En
términos generales se conoce como embarazo al estado en que se encuentra la
mujer desde el momento de la fecundación del óvulo hasta la expulsión del
producto de la concepción, es decir, el embarazo es el período comprendido
desde la fecundación hasta el parto. También suele llamarse al embarazo etapa
de gestación y a la mujer embarazada, gestante. El período de duración de la
gestación o embarazo normal es de aproximadamente diez meses lunares (de 28
días cada mes), aproximadamente 40 semanas o 280 días, aunque es siempre un
dato aproximativo atendiendo a las características de salud de la mujer y de
evolución del período. Existen diversos criterios diagnósticos de embarazo,
dentro de los cuales se pueden mencionar el clínico, el citológico, el
radiológico, anatomopatológico y bioquímico, principalmente. Destaca dentro de
éstos por el valor médico y médico forense, el diagnóstico clínico. El
diagnóstico clínico de embarazo comprende una serie de datos o signos que se
han dividido en signos presuntivos, signos probables y signos positivos, siendo
estos últimos, signos de certeza. Los signos presuntivos de embarazo se
refieren a: ausencia de flujo menstrual (amenorrea), náuseas, vómitos,
aparición de estrías y la llamada “línea morena” en el abdomen, cambios de
pigmentación en la piel de los glúteos, genitales externos, abdomen y mamas,
fatiga, poliuria o incremento en la frecuencia al orinar y nicturia. Los signos
probables incluyen el signo de Hegar (reblandecimiento del istmo), Signo de
Chadwick (coloración azul violácea de la vagina y cérvix), contracciones
uterinas (de Braxton Hicks), prueba hormonal (detección de gonadotropinas en orina)
y signo de peloteo. Los signos positivos son: auscultación del foco fetal (por
estetoscopio de Pinard a partir de la vigésima semana aproximadamente, del
soplo placentario y del ruido funicular
(del cordón umbilical), objetivación de estructuras fetales por el método de
Doctone (ultrasonido) que se puede realizar antes de las doce semanas de
gestación, presencia de movimientos fetales a partir de la vigésima semana y
por rayos x a partir de la decimosexta semana. El diagnóstico radiológico a
partir de la décimo sexta semana, es de utilidad especialmente para diferenciar
un útero grávido de otros con presencia de tumoraciones abdominales y, sobre todo
cuando se trate de un feto maduro pero que está muerto (óbito). A su vez el
diagnóstico por ultrasonido o ecografía, puede hacerse a partir de la quinta o
sexta semana de gestación y también es útil para determinar la edad de la
gestación en particular den las primeras 12 semanas.
El parto, nacimiento y alumbramiento.
El
parto es el fenómeno por virtud del cual los productos maduros de la
fecundación (feto y sus anexos) son expulsados del útero. El parto, consta de
tres períodos que son:
Primer
período (dilatación) que se inicia con los llamados falsos dolores que son las
contracciones uterinas de Braxton Hicks, estas contracciones, que inician en el
fondo – o parte alta – del útero, se van a propagar a través del cuerpo del
mismo y van a efectuar presión sobre el cérvix, conjuntamente con el amnios o
líquido amniótico que envuelve al feto, el cual va ir emergiendo a través del
cuello uterino hasta dilatarlo por completo hasta diez centímetros o la
dilatación necesaria para la expulsión del feto, momento en que termina este
período que dura aproximadamente en primigestas (primerizas) alrededor de doce
horas y en multíparas (varios embarazos) aproximadamente siete horas, aunque
varía según la capacidad de dilatación uterina.
El
segundo período (de expulsión), dura aproximadamente cinco minutos y consta de
los movimientos cardinales siguientes:
.
Encajamiento,
que es cuando el feto introduce la cabeza en el estrecho superior de la pelvis
de la madre.
.
Descenso,
que es constante en el curso de todo el mecanismo.
.
Flexión
que se da en el momento que la cabeza fetal encuentra una resistencia, se mueve
hasta poner en contacto el mentón con el esternón.
.
Rotación
interna, cuando el occipucio –parte saliente del occipital- llega al suelo
pélvico de la madre, gira 45º a la derecha y hacia delante y se coloca por
debajo de la sínfisis del pubis.
.
Extensión,
después de que el occipucio ha salido de la pelvis, la nuca se detiene debajo
del arco púbico y actúa a manera de pivote o palanca que da como resultado que
salga de la vagina la cabeza del feto.
.
Rotación
externa, cuando el occipucio gira 45º a la izquierda.
.
Expulsión,
se da cuando salen completamente las estructuras del producto, comenzando
normalmente con un hombro y terminando con los pies, quedando solamente unido
el producto a la madre a través del cordón umbilical, el cual después de
sujetarse es cortado por quién asiste el parto.
El
tercer período (alumbramiento o período placentario) consta de los fenómenos de
desprendimiento de la placenta, expulsión de la misma y cesación de la
hemorragia del sitio placentario con la consiguiente retracción uterina.
Infanticidio.
De
manera general puede ser definido el infanticidio como la muerte del recién
nacido o neonato dentro de las primeras horas posteriores al nacimiento. La
legislación penal señala diversos criterios temporales, no pasando en ningún
caso de 72 horas posteriores al nacimiento, ya que en dicho caso se estaría en
presencia de homicidio. El término infanticidio tiene su origen en la palabra
infanticidium (in, privativa; fari, hablar; caedere, dar muerte) lo cual significaría
“dar muerte al que aún no habla”. En la actualidad es poco usual el término de
infanticidio, cambiando en la mayoría de las legislaciones por el de homicidio
en razón de parentesco y señalando específicamente el lapso temporal antes
indicado. Para lograr integrar los elementos constitutivos del delito de
infanticidio, habrá de demostrarse la viabilidad del producto, es decir que
éste nació con vida y no que se trató de un óbito, lo cual se demuestra
mediante la comprobación de signos de vida extrauterina, asimismo, habrá que
determinarse la duración de la vida extrauterina y la causa de muerte del
producto.
Mediante
los datos de viabilidad del producto se comprueba la aptitud para la vida
extrauterina, es decir, el grado óptimo de viabilidad que tiene un recién
nacido a término en estado saludable. El diagnóstico de viabilidad se establece
a través de signos métricos de peso, estatura promedio y diámetros craneales,
pélvicos y del cordón umbilical, también deben revisarse los signos positivos
embriológicos, que incluyen signos de osificación de Beclard, signos de
Billard, puntos de osificación en calcáneo y astrágalo y los signos de Palma,
Scala y Bello y, por último, la presencia de rasgos morfológicos de viabilidad
en piel, cabellos, uñas, pliegues y la placenta.
La
mejor prueba de que el producto nació vivo se logra al demostrar que el mismo
respiró, para esto se utilizan la docimasia macroscópica, la docimasia
hidrostática y la docimasia histológica.
Docimasia
macroscópica.
Los
pulmones que no han respirado reposan en la columna vertebral, al iniciarse la
respiración, llenan la cavidad torácica. Si se examina con una lupa de 10
diámetros la superficie de un pulmón que ha respirado, habrá una superficie
jaspeada, finalmente lobulada y con numerosas y pequeñas vesículas de tamaño
uniforme. Estos hallazgos integran la docimasia macroscópica positiva.
Si la
superficie es lisa, uniforme y no hay vesículas del mismo tamaño, significa que
el pulmón no ha respirado, en cuyo caso existirá docimasia macroscópica
negativa. La uniformidad en el tamaño de las vesículas es importante, porque
cuando un pulmón ha sufrido putrefacción muestra también vesículas, pero éstas
son de tamaño francamente desigual. La explicación es sencilla: los alvéolos
normales son iguales. Al llenarse de aire darán vesículas de tamaño uniforme,
en cambio, en la putrefacción habrá ruptura irregular de alvéolos, que formarán
cavidades de tamaño variable, por tanto, las vesículas no serán uniformes.
Docimasia
hidrostática.
En un
recipiente lleno de agua se depositan los órganos torácicos (pulmones, corazón
y timo) que han sido seccionados, al mismo tiempo, en su posición anatómica. Si
los órganos flotan, la docimasia hidrostática será positiva y se completará con
las maniobras siguientes: los pulmones separados y los pequeños fragmentos de
pulmón, aun después de haber sido comprimidos con los dedos, flotan.
El
aire que contienen los alvéolos los hace flotar, a su vez, los fragmentos
comprimidos con los dedos flotan porque no es posible expulsar todo el aire.
Por último, al comprimir bajo el agua pequeños fragmentos de pulmón, el aire
contenido en ellos aparecerá en la superficie del agua como pequeñas burbujas.
Docimasia
histológica.
Si se
encuentra macerado un feto, cabrá afirmar que murió antes de nacer. Se debe
distinguir entre un feto macerado y otro putrefacto, ya que éste tiene piel
verdosa, hay abundante gas en la cavidad abdominal, pulmón e hígado y su olor
es fétido.
Durante
el parto, el niño pudo morir por lesiones traumáticas (como la compresión de la
cabeza en una pelvis estrecha) o por asfixia, procedente del cordón, circulares
de cordón, cordón corto, inserción velamentosa del cordón, desprendimiento
prematuro de placenta, entre otras causas. En estos casos, el sufrimiento fetal
se acompaña de diversos grados de anoxia, que se traduce en congestión hepática
y cerebral, hemorragias meníngeas y petequias.
La
asfixia uterina provoca movimientos respiratorios que pueden motivar la
aspiración de líquido amniótico, en este caso, el examen histológico de los
pulmones revelará células escamosas, pelos y grasa en su interior.
Concepto de aborto.
El
aborto es la cesación del embarazo y la expulsión del feto antes de que éste
sea viable. El término proviene del latín abortus, ab, partícula privativa y
ortus, nacimiento. Es decir, significa “no nacer” o nacer antes de tiempo, lo
cual indica la destrucción del organismo antes de su viabilidad. Existen
controversias éticas y legales, respecto a cuál es el tiempo de gestación en el
cual se debe considerar el aborto. Así en la mayoría de los códigos penales del
país, se habla de aborto cuando se produce la interrupción del embarazo y
expulsión del producto “en cualquier momento de la gestación”; mientras que en
legislaciones como la penal vigente para el Distrito Federal, se señala que se
considera el aborto “a partir de la décima segunda semana de gestación”. Con
independencia del criterio legislativo, puede considerarse en términos
generales al aborto como la interrupción del embarazo y expulsión del producto.
Ahora bien, hay que precisar que existen diferencias en la connotación del
término aborto desde el punto de vista obstétrico y desde el punto de vista
jurídico.
Lo
anterior toda vez que para el médico, en obstetricia, se entiende por aborto la
expulsión del producto de la concepción antes de que sea viable, es decir,
alrededor del sexto mes de embarazo y, si la expulsión ocurre después de esto,
o sea dentro del último tercio del embarazo se denominará parto prematuro. Por
su parte y de conformidad con el artículo 329 del Código Penal Federal, se
dispone que: “el aborto es la muerte del producto de la concepción en cualquier
momento de la preñez”11, no defendiéndose el delito de aborto por la maniobra
abortiva de expulsión del producto, sino por la consecuencia de ella, es decir,
la muerte del producto. En cierto aspecto, el concepto médico – obstétrico es
más amplio que el jurídico punible, toda vez que aquél no toma en cuenta como
éste, la causa del aborto, ya que para el facultativo son abortos tanto los
espontáneos por causas patológicos, como el accidental, el provocado, culposo o
doloso. Sin embargo, el lenguaje médico es más restringido toda vez que se
refiere a la época de la no viabilidad del feto, mientras que en lenguaje jurídico
de conformidad con el artículo antes referido, se habla de la muerte del
producto de la concepción “en cualquier momento de la preñez”. En el código
penal federal no se contempla pues, una diferencia fundamental en el delito de
aborto, como lo es la expulsión, aunque en la mayoría de los casos ambas
situaciones se reúnen, ya que la segunda es casi consecuencia normal de la
primera. La muerte del producto es suficiente para la comisión del delito de
aborto, toda vez que la expulsión es en ocasiones tardía e inclusive en algunos
casos aislados no llega a producirse, llegando a quedar el producto muerte
dentro del útero, en donde puede disolverse, momificarse o calcificarse.
Clasificación de aborto.
En
términos generales pueden clasificarse los abortos como Espontáneos y
Provocados. Dentro de los espontáneos se incluyen a los patológicos y los
accidentales, que pueden ser debidos a infecciones, traumatismos e
intoxicaciones. Mientras que dentro de los provocados, se tienen a los lícitos
y a los ilícitos; dentro de los lícitos, se encuentran los terapéuticos y los
“honoris causa”, mientras que en los ilícitos se tendrán a los culposos y a los
dolosos. Los abortos provocados ilícitos culposos, se pueden subdividir en
punible y no punibles, incluyendo los primeros a los provocados por
imprevisión, por negligencia, por impericia o por falta de reflexión o de
cuidado, y dentro de los punibles aquellos ocasionados cuando la propia sea la
mujer embarazada la que provoque el aborto por imprevisión; mientras que dentro
de los abortos provocados ilícitos dolosos, se encuentran los realizados por la
propia embarazada, por cualquier persona y por médico. En este orden de ideas,
se tiene que los abortos de trascendencia para la medicina forense, serán desde
luego todos, atendiendo a la investigación y dictamen que del mismo habrá que
proporcionar el médico legista. No obstante, destacan por la trascendencia
jurídica los abortos provocados punibles, toda vez que en estos casos se
buscará con las peritaciones médico forenses ayudar a la procuración y
administración de justicia en el caso de estar ante la presencia de un aborto
punible, que sería desde luego otra clasificación del mismo.
Diagnóstico del aborto y los procedimientos
abortivos.
Una
vez estando ante la comisión o presencia de un aborto, con independencia de las
diligencias y actuaciones ministeriales y judiciales necesarias para la
acreditación del cuerpo del delito y la presunta responsabilidad, se requerirá
del peritaje médico forense en materia de obstetricia forense, a efecto de
esclarecer los hechos y brindar elementos de apoyo o desacreditación de la
culpabilidad.
Dentro
de los objetivos de la peritación médico forense en la investigación del
aborto, se incluyen el diagnóstico de aborto provocado, el diagnóstico de la
edad del producto, el diagnóstico de embarazo y de expulsión reciente en la
presunta madre y la recolección, en su caso de indicios de valor judicial que
vinculen a los acusados en el hecho.
En el
examen que se realice a la presunta madre, se establecerán el diagnóstico de
embarazo reciente, de su interrupción y de evacuación reciente del útero.
Como
signos de embarazo reciente, puede comprobarse cloasma, pigmentación de línea
alba y de pezones, tubérculos de Montgomery en mama y, a veces, secreción
láctea y estrías en la pared abdominal. Algunas pruebas de embarazo pueden
resultar positivas aun diez días después de la interrupción del mismo y, en
caso de ser necesaria la autopsia por muerte de la madre, se llevará a cabo la
investigación de cuerpo amarillo del embarazo en uno de los ovarios, así como
restos de placenta en el útero y modificaciones histológicas en el mismo que
confirmen el embarazo.
Los
signos de evacuación reciente del útero se localizan especialmente en el cuello
del útero, mismo que puede estar dilatado, con presencia de secreciones
sanguinolentas y, a veces con desgarros recientes, equimosis, escoriaciones,
quemaduras químicas y otros signos de violencia ejercida sobre el útero y la
vagina para provocar y obtener el aborto.
Además
de estos estudios, será necesario que el médico forense, en caso de contar con
el producto abortado, le determine la edad fetal, así como la presencia de
lesiones y, en su caso, la investigación de apéndices del producto tales como
restos placentarios o de cordón que pudieran orientar acerca de la edad de
gestación, así como cierta utilización de determinados procedimientos abortivos
específicos tales como sustancias químicas o maniobras quirúrgicas.
Los
procedimientos abortivos son de diversa índole, pudiendo ser desde los más
folclóricos –tales como incremento de la actividad sexual, saltos, ejercicio
intenso, golpes en el abdomen, etcétera-, hasta los realmente sofisticados y
que requieren de la asistencia especializada, tales como los legrados quirúrgicos
o la aspiración del producto. No obstante lo anterior, los procedimientos
abortivos suelen dividirse en la utilización de sustancias abortivas y la
realización de maniobras abortivas directas.
Dentro
de la utilización de sustancias abortivas, existe una diversa variedad tanto de
vegetales como fármacos y aun tóxicos que se utilizan empírica o prescrita
médicamente para inducir el aborto a través de contracción de los músculos
uterinos principalmente, así como alteraciones hormonales. Dentro de las
sustancias comúnmente empleadas como abortivas, se cuentan el perejil, la ruda,
el epazote, orégano, apiolina, cornezuelo de centeno, sabina, cantárida,
zoapaxtle, sales de plomo, mercurio, arsénico, quinina, etcétera, asimismo, se
emplean medicamentos como pruebas de embarazo o anticonceptivos orales o
parenterales (inyectados), que en general contienen altas concentraciones de
progesterona o diversas hormonas y sustancias que tienen efectos sobre la
actividad del útero. Más recientemente se ha estandarizado la utilización de la
llamada “pastilla del siguiente día”, la cual al ser una alta concentración de
hormonas, se utiliza con efectividad en las primeras horas posteriores a la
supuesta fecundación o posterior a la actividad sexual, sin la certeza de existencia
o no de fecundación, ocasionando la regulación del ciclo menstrual por
alteraciones hormonales, por lo que su inclusión como verdadera sustancia
abortiva pudiera ser cuestionable. Cabe señalar que ninguna de las sustancias o
medicamentos empleados como abortivos, tienen efectividad absoluta
satisfactoria para la interrupción del embarazo y, es común que la utilización
de sustancias no solamente no provoquen el aborto, sino que intoxiquen a la
mujer y le provoquen afectaciones en su salud, sin que con ello se logre el
aborto y la expulsión del producto. No obstante, suelen existir muchos casos en
los cuales con la utilización de sustancias y medicamentos, se logre el aborto,
aún con el riesgo que ello trae aparejado.
Por
otro lado, en relación con las maniobras abortivas, puede afirmarse que las
mismas en la gran mayoría de los casos son altamente efectivas para la muerte y
expulsión del producto, aunque en un gran número de casos, también es frecuente
que se produzcan complicaciones que en ocasiones afectan tanto a la mujer que
le pueden provocar diversas patologías o inclusive la muerte.
También
dentro de las maniobras abortivas los métodos son diversos, incluyendo algunos
hasta pintorescos y alarmantes, tales como las relaciones sexuales frecuentes,
la masturbación, la introducción vía vaginal de instrumentos de lo más variado,
como botellas, ganchos de ropa y de tejer, sondas de hule, etcétera, sin
embargo, los métodos realmente eficaces son los de acción directa sobre el
útero.
Cualquier
excitación, dilatación o estimulación por cuerpos extraños sobre el cuello
uterino, o bien la ruptura de la membrana ovular pueden producir aborto, debido
a esto es que se emplea la introducción de tales cuerpos extraños en el cuello
del útero o en su interior, normalmente por personas ajenas a la profesión
médica. El legrado uterino es la técnica más eficaz para provocar el aborto y
tiene que ser realizado por personal médico y consiste en la aplicación de un
espejo vaginal para la exposición y posterior sujeción con pinzas de garras
especiales del cuello uterino y la subsiguiente introducción de un instrumento
denominado legra, que tiene forma de pequeña cucharilla, mediante el cual se
rompe la membrana ovular y se extrae el producto poco a poco con la cucharilla
hasta dejar lo más limpio posible el
útero. Cabe hacer mención de que ésta técnica de legrado también se emplea para
tratamientos de abortos incompletos, previamente provocados, o bien por abortos
incompletos espontáneos, por lo cual el peritaje médico deberá ser cuidadoso en
la historia clínica que se realice a la mujer, a efecto de descartar conductas
criminales. Por último, otra técnica eficaz en la producción del aborto
consiste en el legrado por aspiración, realizado mediante un extractor de vacío
que, aplicado a través de una cánula, previa dilatación del cérvix, en el
interior de la cavidad uterina y por presión negativa, extrae el huevo en muy
poco tiempo, asegurando evitar al máximo la provocación de traumatismos mayores
y el vaciado completo del útero. Es necesario que en éstas maniobras abortivas
mediante técnicas quirúrgicas, se requiera de una correcta exposición del canal
vaginal y del cuello uterino, para lo cual se utilizan espejos vaginales y
pinzas de garras para la dilatación del propio cérvix o cuello uterino, lo cual
indefectiblemente dejará evidencias de tales maniobras abortivas en forma de
huellas que deberán ser destacadas en el peritaje obstétrico forense, como
descripción de heridas puntiformes, equimosis, escoriaciones o pequeños
desgarres en el cuello de la matriz, de la vagina o de la vulva.
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